Reflexiones sobre «Los Viejos Soldados»

23-03-24 | Crítica | 0 Comentarios

Por SEBASTIÁN LÓPEZ
Fuente: https://www.correodelalba.org/
MARZO 18, 2024

La recientemente estrenada película del maestro Jorge Sanjinés está llena de mensajes y alegorías, necesarias para una sociedad que aún le falta conocerse.

Bolivia la describiría como un gran país lleno de gente que no se lleva bien y no se ponen de acuerdo. Un país marcado por el machismo, racismo y tradicionalismo. De culturas y costumbres ancestrales que se ven en peligro por el avance de ideas colonialistas y evangelistas.

Un país indígena, históricamente gobernado por blancos y mestizos, relegando a los pueblos originarios a un segundo plano.

Un país que ha sido desangrado por guerras en todos sus frentes. Bolivia, además de fragmentada, está mutilada.

Es por eso que la nueva cinta del reconocido cineasta nos viene a mostrar una historia donde se intenta exponer las injusticias y el drama de la guerra y las desigualdades, pero a la vez nos deleita con un relato de una amistad que supera toda clase de estigma u origen y que perdura a través de los años, por más cambios que sufra el país y ellos mismos como personas.

Es una forma de querer hacer comprender a la audiencia de cuán necesario es el comprenderse, ponerse en el lugar del otro; o como se vio en la cinta, cambiar de regimiento para poder entender la vida y el pensamiento de nuestros pares.

Es una película contemplativa. Tiene grandes tomas donde la naturaleza se muestra imponente.

César Pérez, el director de fotografía, logra captar la magnitud y frialdad de aquellas montañas en los Andes y el Altiplano, que reducen a los humanos a partículas de polvo. Se muestra cómo los pueblos indígenas en las grandes alturas son parte de este paisaje natural. No son una irrupción, sino más bien parte de esa inmensidad.

VIDEO │ Tráiler de Los Viejos Soldados

En las zonas del Chaco, donde se desarrolla una terrible guerra, se muestra el terreno como un lugar hostil, seco, espinoso, con un sol y un calor inclementes. Esto se deja ver en las expresiones de los soldados en escenas de día, cómo sus rostros se retuercen para poder lidiar con la luminosidad y el sudor.

Es un lugar que se vuelve indiferente ante el sufrimiento de las personas y, es más, forma parte de este mismo, convirtiéndose así el Chaco en un enemigo más de los soldados. Y es que la sed es un arma peor que las balas. Ya lo dice un capitán paraguayo a sus prisioneros bolivianos: “quien no quiera morir de sed, que dé un paso al frente”, antes de ordenar dispararle. Una piadosa crueldad típica de las guerras.

Esta cinta debiera ser vista en todo el país. Todos los militares deberían verla, y todas las escuelas tendrían que proyectarla. Ya que es un film que, aparte de los adjetivos “hermosa”, “bella” o demás, resulta necesario, y de los más necesarios ya que este es un cine que sana.

Veremos siempre la estampa de Sanjinés en los 105 minutos de metraje. Con sus sellos personales del ya legendario uso de su “secuencia integral”, grandes composiciones de la naturaleza, actores naturales que no tienen entrenamiento actoral formal (y que dan un gran aporte al sentimiento de la película), y sus mensajes. Sanjinés nunca ha hecho cine solo por hacer cine.

Roberto Choquehuanca y Cristian Mercado, los actores que encarnan a Sebastián Choquehuanca y a Guillermo Fernández respectivamente, se vuelven en una de las curiosas parejas de amigos del cine, que seguro serán recordadas por generaciones. Esta particular dupla sostiene el relato, que gira en torno a ellos, con una inocencia de parte de ambos que se vuelven personajes queridos por la audiencia en tan solo pocos minutos de transcurrida la historia.

Mercado es un actor icónico del cine boliviano, siendo uno de sus mejores exponentes, incluso participando en producciones internacionales. Su labor es, por ende, impecable. Cabe destacar cómo cambia su voz y corporalidad al pasar el tiempo, con Guillermo envejeciendo.

Choquehuanca es un actor natural, cuyo oficio principal era el de ser albañil y que, por azares del destino, llegó al casting de Los Viejos Soldados, donde se quedó con el papel. Sin tener nociones académicas de actuación, logra transmitir toda la emocionalidad y sensaciones de su personaje a la perfección. Notable es, además, que su lengua principal sea el aymara y que recién a sus 18 años aprendió completamente a hablar en español. Venido de las frías y secas alturas, tuvo un destino similar a cientos de miles de indígenas que fueron forzados a ir a la guerra. Donde se le preguntó a Roberto cómo lograba actuar de forma tan convincente el agobio, agotamiento y confusión de estar en el Chaco, este respondió: “solo pensaba cómo han podido sobrevivir aquí”.

Sobre el aspecto musical, Cergio Prudencio, histórico compositor que ha acompañado a Sanjinés en varias de sus obras, ha compuesto piezas musicales destacables, que transmiten esa sensación de nerviosismo e intriga, y también el drama bélico que se desenvuelve. Usando mayormente instrumentos nativos nos transporta y nos deja ver que la guerra, que el Chaco, fue un cementerio para gran cantidad de indígenas.

La cinta finaliza con un bolero de caballería, un estilo musical endémico de Bolivia y que, en esta ocasión, en vez de ser tocado por bandas de bronces o vientos se lo hace con un acordeón que transmite una sensación de nostalgia que da el punto final al filme, acompañado eso sí de una bellísima escena de ambos soldados caminando por terrenos inhabitados del Chaco, con una imponente puesta de sol.

Jorge Sanjinés recibió hace poco la distinción de la Orden del Cóndor de los Andes. La más alta condecoración que otorga el Estado Plurinacional de Bolivia. “¡Finalmente!”, dijimos muchos, y es que ya era hora de que el país como Estado reconociese la obra y el genio de este cineasta estudiado internacionalmente.

Como realizador cinematográfico no puedo sino sentir orgullo y emoción al ver al maestro Sanjinés por fin recibiendo algo de vuelta del país por el que tanto ha dado, llegando a endeudarse, a quedarse sin dinero ni siquiera para sus medicamentos, o incluso llegando a ser perseguido por dictaduras, teniendo que pasar a la clandestinidad en varias ocasiones.

Por fin Bolivia ha reconocido al maestro. Los cineastas y técnicos del cine de Latinoamérica y el mundo celebran esta distinción.

Fue incluso sorprendente que el Ejército le diera la condecoración de Prócer de la Libertad General José Miguel Lanza.

Estos reconocimientos confirman que el cine de Ukamau ha logrado tener los cambios ansiados en la sociedad. Y ojalá sea pronto que veamos, en la realidad y como sociedad, lo que pudimos ver en el final de Los Viejos Soldados.

__________________________________________________________

Sebastián López Chileno, cineasta