Reseña sobre Los Viejos Soldados (INCLUYE SPOILERS)

18-04-24 | Crítica | 0 Comentarios

Los Viejos Soldados, la más reciente película de Jorge Sanjinés, ha despertado una variedad de opiniones (algunas de ellas encontradas) respecto a su temática, contenido o mensaje y, desde luego, a sus aspectos netamente cinematográficos.

En primer lugar, la clave de interpretación del trabajo de Sanjinés siempre ha sido el cine de contenido social, y parece que varios críticos están dejando de lado esta característica fundamental o están haciendo como si recién la estuvieran conociendo. Es decir, en las películas del director boliviano siempre habrá un argumento sociopolítico y una perspectiva sobre el país. Desde luego, todo argumento y perspectiva sociopolítica conducirá al debate. Está bien debatir. Muchos podrán coincidir o no con esa perspectiva. Pero no se le puede recriminar el hecho (de larga data) de que existan argumentos de esa naturaleza en sus películas.

Comienzan los spoilers. Los Viejos Soldados tiene como título y póster una referencia directa a la Guerra del Chaco, esto, por supuesto, da la impresión de que toda la película girará en torno a ese evento histórico y que pertenece al cine bélico. Sin embargo, todo el asunto de la guerra corresponde solamente a un tercio de la película. Algunos podrían decir que trata sobre una amistad que se forja en la guerra. Pero quizá más adecuado sería decir que trata principalmente sobre los albores de la revolución del 52, pues se asemeja más a unos capítulos de Historia de Bolivia de Herbert Klein que habrían sido traspasados al cine (con todos los resúmenes que ello implica) añadiendo un relato ficticio sobre una amistad entre un “campesino” y un citadino, lo cual, permite digerir todos los eventos sociopolíticos que ocurren alrededor.

Interpretación política

Debe tomarse en cuenta que Los Viejos Soldados tenía previsto su estreno, en el mejor de los casos, para 2019 y que la crisis política de ese año, sumada la pandemia de 2020, retrasaron por completo su calendario de producción. Tal información (proporcionada por los realizadores) no es secundaria a momento de interpretar la película ya que en el contexto sociopolítico previo a la crisis, desde la perspectiva gubernamental, se vivía un clima político triunfalista: el MAS-IPSP era una fuerza política consolidada que “sencillamente” debía superar el obstáculo de no ir a la segunda vuelta. Nadie (ni gobierno ni oposición) podía predecir cómo iba a desembocar la crisis política. Todo lo sucedido, junto a la pandemia, fue una sorpresa para todos. Nadie adivinaría, por ejemplo, que para 2024 la hegemonía del MAS estaría fracturada entre arcistas y evistas o, más importante aún, que con el estallido de la crisis se habría cerrado definitivamente un ciclo. En consecuencia, el contexto para el que fue planteado el filme ya no existe más. De ahí que se note la fuerte disonancia entre el mensaje de la película con la nueva realidad política del país.

Supongamos que no habría estallado la crisis política y que nuevamente se habría consolidado el triunfo electoral del MAS con Evo Morales a la cabeza, así, la película de Sanjinés (y su mensaje romanticista conciliador) habría tenido completo sentido y congruencia con ese contexto hipotético. Es decir, desde la lógica del ganador “democrático-participativo, plurinacional, inclusivo, reivindicador, etc.” era razonable extender la mano al adversario “conservador-reaccionario” para que de una vez por todas este último se incorpore a la nueva realidad político-económica del país, como una especie de acto de sanación social y que a través de la unidad de fuerzas pueda construirse la sociedad futura, por ejemplo, dando cumplimiento a la Agenda 2025.

Por el contrario, las consecuencias de la crisis política y la pandemia (habiéndose revelado los verdaderos rostros de gobierno y oposición) conformaron un nuevo contexto sociopolítico (uno desencantado tanto del Proceso de Cambio como del 21F y la revolución de las pititas) que se encuentra impedido de albergar la visión de Sanjinés, por eso la película deja una sensación de ser tardía, estar resfriada o, en todo caso, de estar descontextualizada.

Aspectos cinematográficos

Son varios los méritos de la producción nacional: no parece existir desprolijidades en cuanto al montaje o cambios abruptos de escenas (quizá alguno muy al comienzo de la película, algún plano sobrante por ser repetitivo o algún contrasentido en el ingreso o salida de personajes, pero nada realmente notorio). Se puede destacar la musicalización de Cergio Prudencio: sobria, coherente, nada rimbombante. El sonido en general es estable. Es decir, si no se puede comentar mucho al respecto es porque hicieron bien su trabajo.

La película, a nivel producción, puede dividirse en dos bloques: 1) todo lo concerniente a la guerra y 2) todo lo que está fuera de la guerra (la ciudad, la escuela, la comunidad, el distrito minero, etc.). Se nota que los grandes desafíos fílmicos se presentaron en el primer bloque. En cambio, en el segundo bloque, Sanjinés y su equipo demuestran el manejo y control al que están acostumbrados.

El aspecto técnico más criticable es la ausencia en lo absoluto de planos medios, primeros planos e incluso primerísimos primeros planos cuando el desarrollo de la película así lo requería. Solo por dar un ejemplo, en escenas del enamoramiento entre el excombatiente y la profesora de escuela se nota la carencia de acercamientos a las expresiones faciales que denoten tales emociones humanas. Lo propio sucede con el bloque de la guerra, hay muchas escenas que demandaban los primeros planos de los personajes, los cuales nunca llegan y el espectador se queda desorientado porque ya se ha pasado a otra escena. Esa sensación de incompletitud se va acumulando y es “lamentable” porque se ve que la producción tenía ahí listo para hacerlo (vestuario, escenografía, actores profesionales, buena cámara, etc.), simplemente faltó hacerlo. El problema con esta carencia no es menor ya que el resultado es tener escenas muy largas, muy estáticas, y que para el ritmo visual al que está acostumbrado el público en la actualidad resulta lento o incluso cansador.

Romanticismo: un arte perdido

Pese a la disonancia mencionada, el mensaje romanticista de la película puede ser visto como utópico, esperanzador o como la búsqueda de la reconciliación de una sociedad fracturada y sumamente polarizada pero que por el momento mantiene una tensa calma, hasta que la memoria social a corto plazo termine de olvidar lo nefasto de 2019-2020 y se vuelva a acumular suficiente materia para un nuevo estallido.

No obstante, Los Viejos Soldados cumple la función de dar un buen ejemplo, la reconciliación de la sociedad boliviana, por lo menos, ya existe en el cine.

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Escrito por *Javier García Bellota, enviado a la Escuela Crítica de Filosofía Política y publicado el 13/03/2024.

*Estudios en Filosofía, Derecho y Ciencia Política.